Todos los viernes a las 21 hs.

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12.5.12

Estudio preliminar a la versión editada por Bernardo Carey

El parque de diversiones es un asentamiento del viejo circo. O, mejor, lo que va quedando del viejo saltimbanqui en las orillas de la ciudad. Cuando los niños y las familias, al caer la noche, desaparecen del parque de la ciudad, llegan los solitarios, las prostitutas, los dragones. El parque adquiere su verdadera dimensión de lugar, de espacio vivo en que el hombre negocia con el hombre. Es el momento en que “Los muñecos se mueven y gritan, cual los otros fantoches de trapo, Muestran risa, suspiro y sopapo, dan tres vueltas y luego se van…” A esos merodeadores, a esos fantoches de trapo que son los hombres se les ofrecerá por un ticket “El secreto de la vida y de la muerte revelados en sólo cinco minutos”. Para eso están los títeres, para eso está la mujer más gorda del mundo, para eso está la mujer partida en dos, para eso está Punk, la alegría de Inglaterra, para eso está Petruchka y Spejel, Arlequina, Colombina y Pantalón y Cien Músculos y el Muchacho del Megáfono y las Tres Viciosas…”¡Ponga veinte centavos en la ranura…y verá la vida color de rosa!” La ciudad aldea que fue ciudad gringa es ahora la ciudad de los hijos de gringo. Fuera del parque de diversiones, fuera de la feria ciudadana hay una enorme legión de hombres que viven encendiendo con cuatros ramas un fueguito, a lo largo de las vías, detrás de las dársenas quietas, cerca de los navíos dormidos y miran las estrellas y en su miseria ni siquiera odian, sino que esperan… La ciudad ha nacido.

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